Reforma
8 Feb. 09
"No es una apología del nazismo, por el contrario", me dice la gentil directora del Museo Universitario Arte Contemporáneo, Graciela de la Torre, antes de entrar a la exhibición Cantos cívicos del artista Miguel Ventura. "Es una crítica feroz", agregan los amables funcionarios que me acompañan en el recorrido. "Este viaje -explica un cartel puesto en la entrada- parte de una parodia a los sistemas totalitarios que tuvieron su mayor significación histórica en el nacionalsocialismo y sus crímenes de lesa humanidad. A partir de allí y hasta nuestros días, estas prácticas sociales y políticas han conocido otros polos de desarrollo que la ficción de Cantos cívicos quiere someter a crítica". La inmediata profusión de suásticas y signos de dólares revela que esos "polos" son, en realidad, un "polo" único: el neoliberalismo. "Al asociar el nazismo al neoliberalismo -se me instruye- el artista representa y denuncia los crímenes de esas ideologías: el neoliberalismo es tan deleznable como el nazismo". Advertido pues de lo que la exposición quiere y no quiere expresar, penetro por un estrecho túnel de plástico transparente al mundo de Ventura.
Se trata de una instalación en tonos predominantemente amarillos y rojos que semeja el interior de una gran casa hecha con cubos de "Lego". Una ornamentación compuesta por miles de pequeñas suásticas de poliuretano. El visitante recorre los pasillos y laberintos, se desvía a recintos laterales, sube un piso, presencia a través del cristal un laboratorio de ratas vivas. Pero el foco de atención no es tanto la estructura física como las imágenes expuestas en sus paredes, que, con un efecto caleidoscópico, presentan la tesis de Ventura.
"Es una parafernalia sin contenido", dice uno de mis acompañantes, y abunda: fue tal el "rechazo" de Ventura al nazismo que desde hace muchos años se puso a coleccionar todo tipo de objetos de aquella época. En mi modesta visión, la "parafernalia" tiene contenido. ¿Qué veo? Veo alineadas cientos de fotos o postales de oficiales nazis, hombres jóvenes en su inmensa mayoría, varios de la S.S., perfectamente limpios, marciales, rubios, arios. Veo también pinturas de oficiales nazis en tiernas escenas familiares, libros de juegos infantiles regalados por el Führer, juguetes alusivos y cuadernos de cantos escolares (que hacen un eco con los coros marciales, los himnos, las canciones o variaciones de la época que los visitantes escuchan en el recorrido). Veo óleos bucólicos, paisajes montañosos, páginas extraídas de revistas y álbumes. En una de las paredes, la marcha visual de los oficiales nazis desemboca de pronto en un collage de recortes homoeróticos. No lejos de allí el paseante puede contemplar una muestra de penes erectos. Hay también figuras de ratas en el piso y platos de excremento en varios muros. El nazismo mexicano está presente (sin explicación) en los textos laudatorios que en 1940 publicó sobre Hitler uno de los mexicanos más célebres de la historia: José Vasconcelos.
Al neoliberalismo, ese otro "poder totalitario" que Ventura ha querido denunciar, se le representa con un despliegue de fotografías de militares estadounidenses, y otras figuras del Establishment de ese país: patronos del arte, jerarcas del dinero (algunos con nombre judío como Rotschild, Rothenberg, Blavatnik), economistas (Milton Friedman). Todos comparten el espacio con Hitler. Pero como el neoliberalismo, bien se sabe, ha infectado a México desde hace varias décadas, Ventura enmarca a Hitler junto a Miguel Alemán, Maximino Ávila Camacho y algunos famosos empresarios mexicanos de los años cuarenta. En otra sección aparecen recortes recientes de páginas sociales, rostros de la burguesía y fotografías de Carlos Salinas de Gortari, acompañado de empresarios muy conocidos. Son los nuevos "nazis" de México.
Noventa mil personas, la mayoría jóvenes, han visitado la exposición. "Discuten mucho", me dice la directora. El dato, confieso, no me convence. ¿Qué clase de parodia es ésta, que, de tan ambigua o tácita, es incapaz de sostenerse por sí misma y tiene que recurrir a "facilitadores" externos que la justifiquen? La obra es tan pretenciosa y autorreferencial, tan complacida de su supuesta y delirante lucidez, que no alcanza a darse cuenta de los inmensos equívocos que propaga. El caos de imágenes y conceptos que acumula se resuelve en un error ético-político verdaderamente grave. Cabe resumirlo en tres argumentos.
Hablar de "totalitarismo" en el mundo moderno sin hacer la menor referencia al totalitarismo comunista es no hablar de totalitarismo. O peor aún, es encubrir al totalitarismo de izquierda. El comunismo en su vertiente soviética y china dejó una estela de terror, hambre y muerte apenas comparable con la del régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial. Sólo en el caso de Stalin y Mao (por no mencionar los crímenes de Kim Il Sung y Pol Pot) se trata de decenas de millones de muertos (perfectamente documentados) como resultado de hambrunas, deportaciones, persecuciones, confinamientos, ejecuciones y actos de abierto exterminio.
Una crítica del nazismo que no hace referencia al Holocausto no es una crítica al nazismo: es, por lo menos, un ocultamiento del nazismo. Ventura se regodea (por repulsión, claro está) en los sonoros cantos nazis pero guarda total silencio sobre el Holocausto: ni una imagen, ni una cifra, ni un texto, ni un atisbo. Me pregunto qué pensará un joven preparatoriano que carezca de la información básica sobre el tema (los hornos crematorios, el asesinato sistemático de seis millones de personas incluido un millón de niños) al recorrer la exhibición. ¿Qué elementos tendrá para ponderarla, compararla, "discutirla"?
En opinión de Ventura, "el nazismo es parte de una estructura capitalista occidental que existe todavía hoy bajo muchas formas". Más allá de todos los abusos e injusticias imputables a la economía de mercado o a las tropas norteamericanas en Iraq, ¿son en verdad equiparables al horror nazi? ¿En verdad son lo mismo Hitler y Milton Friedman? ¿Qué estadísticas sustentan esta comparación? Por otra parte, no está de más recordar que el nacionalsocialismo detestaba al liberalismo y sospechaba del libre mercado. En esto sus raíces intelectuales se asemejan más bien a las del socialismo inscrito en su propio nombre.
Cantos cívicos, cuya ambición es convertirse en una "obra de arte total", no es más que un confuso carnaval de símbolos en el que todo equivale y, por eso mismo, todo da igual. Por su fascinación con la estética del nazismo y su rechazo a incorporar el tema del Holocausto, la intención paródica de Ventura no produce una denuncia sino una trivialización.
Eso, en el mejor de los casos. La directora me dice que en una ocasión, a la salida de la exposición, vio a una joven llorar. El dato no me conmueve. En esa circunstancia, su llanto pudo tener cualquier origen menos el del dolor infligido por el nazismo al género humano. Ese dolor no está en la exposición. Ese dolor se enmascara en la exposición. Lo que Ventura dice es... lo que dice que no dice. Su crítica no es crítica: su crítica es propaganda. Cantos cívicos son "Cantos nazis": indignos del maravilloso recinto que los alberga, indignos de la magna institución que, inexplicablemente, los acoge.
Adjunto a continuación comentarios realizados a partir del artículo
ResponderEliminarde Enrique Krauze en Letras Libres.
Comentario de: Juan [Visitante]
"Por otra parte, no está de más recordar que el nacionalsocialismo detestaba al liberalismo y sospechaba del libre mercado."
Pero no al capitalismo claro está. Si no pregúntenle a los Krupp, Thyssen, Siemens, Schroeder, I.G. Farben, Deutsche Bank, etc.
10 de febrero
Comentario de: Olivier [Visitante]
No estoy tan seguro de que las estadísticas que hacen al Nazismo tan terriblemente inolvidable en la historia sean equiparables con las que arroja el Capitalismo voráz, pero pudiera ser un buen ejercicio el ponerlas sobre la mesa, enumero algunos que me llegan a la mente que pudieran ser considerados como las estadísticas terribles del Capitalismo:
- Muertos en el golpe Pinochetista
- Muertos en el golpe de la United Fruit en Guatemala
- Muertos en el 68
- Muertos en la guerrilla Nicaragüense.
- Muertos en los golpes de estado en Ecuador.
- Muertos de hambre
- Muertos por el cambio climático (no 100% achacables al capitalismo)
- Irak, Bolovia, Honduras, El Salvador.
- Muertes por el Narco,
etc...
No se a cuanto asiendan las victimas sumandolas todas, espero no se equiparen a las del nacismo, eso sería horrible.
Salud
10 de febrero
Comentario de: Eva Noyola [Visitante]
Habiendo visitado la exhibición creo que no me puedo decidir entre la apología, la crítica feroz, o la propaganda. Viendo la gigantesca y agresiva colección de imágenes y objectos, me fue imposible sacar ninguna conclusión política. Los símbolos ahi presentados están tan disconexos y rodeados de una estética tan desagradable, que dudo que le dejen una idea clara al visitante medio.
No me parece una buena exhibición en absoluto, pero creo que embona perfectamente en la moda de los museos de arte moderno de todo el mundo (de los cuales he visitado varios en los últimos años). Muchos claman presentar orginales piezas transgesoras, cuando en la mayoría de los casos se trata simplemente de piezas feas y pretenciosas. Muy seguido es imposble descubrir la meta del artista sin leer alguna explicación. Ni modo, parece imposible evitar dichas éste tipo de contenido en todos lados.
Afortunadamente, en casi todos los museos es posible encontrar piezas interesantes cerca de las piezas pretenciosas. El MUAC tampoco es una excepción en ese respecto, vale mucho la pena visitarlo.
11 de febrero
Comentario de: Rufino [Visitante]
La estupidez sigue ganando terreno en México. He aquí tres casos que presencie en un mismo mes:
1) En el parque un joven moreno y bajito, que iba acompañado de su novia, estaba peleando con otros dos jóvenes porque le recriminaron, con florido lenguaje, que trajera en su "cangurera" una suástica, el ofendido "neonazi" fue a llamar a dos policías con quienes acuso a los groseros jóvenes. Los jóvenes descaradamente mintieron diciendo que el "neonazi" los había atacado y que además estaba prohibido traer ese símbolo asesino, en ese momento se acerco un funcionario delegacional e instruyo a los jóvenes en que todos tenían derecho de elegir, los jóvenes groseros le contestaron que nadie tenia derecho a elegir opciones criminales y les comentaron al funcionario y al "neonazi" el destino que hubieran sufrido en manos nazis. Finalmente todo mundo siguió su camino.
2) Una señora de unos sesenta años de edad esta haciendo ejercicio con una camiseta negra con una enorme suástica roja.
3) En la mesa de al lado en un restaurante un tipo gordo esta platicando en voz demasiado alta a un apenado compañero de mesa que le "va" a los nazis, que le hubiera gustado que ganaran y que tiene una gran colección de parafernalia nazi.
Sería muy bueno y es muy necesario hacer una campaña de información permanente de la atrocidades cometidas por el nazismo.
Aunque ya lo es moralmente, debería tipicarse como delito portar simbología nazi.
11 de febrero
Comentario de: Martín Balderas [Visitante]
Me parece buena la reflexión de Enrique Krauze en el texto. Ciertamente el arte, como tal, debe reflejar ideas, dejar ver la posición del artista ante circunstancias, situaciones, personas, hechos, etcétera; de ello deriva la apreciación que se pueda hacer, por parte de quien es espectador, el ideario del artista. Basta leer el texto de Reiman que aparece en letras libres de febrero para ubicar la función del arte cuando trasciende al comportamiento del ser humano. No creo que la propuesta de Ventura tenga un contenido artístico-crítico de lo que significó para el mundo el nazismo, ya que desvincular a este del holocausto, en mi opinión, significa pretender justificar a este último en aras de una falsa tolerancia. Un saludo.
11 de febrero
Comentario de: R Cuervo [Visitante]
Primero, afirmo que esto no es arte.
Pero es lo que hay y casi por definición el arte contemporaneo es transgresor y preferentemente repulsivo. Polémico. En este sentido cumple.
Pero me pregunto: la instalación de Miguel Ventura debe ser históricamente "precisa" o "correcta"?.
Al no serlo deja de ser arte?.
O es que al no precisar el holocausto judio está haciendo una apología del nazismo?.
O mas bien velada o inconcientemente implica la negación del holocausto judio (por que del gitano ni quien se ocupe)?.
Es esto lo que se pretende?
Por que supongo que no se trata de discutir, velada o inconcientemente, que aquí también se podría tipificar como delito negar el holocausto judio (como ocurre en muchos países de Europa).
Por que ya puestos en esto, los millones de muertos de los totalitarismos de izquierda "perfectamente documentados" no han sido cuestionados como ocurre con los millones del holocausto judio. Ni vehementemente defendidos.
11 de febrero
Comentario de: César [Visitante]
Sinceramente el escándalo de la tan mentada exposición en el MUAC -qué nombre tan feo, por cierto- es una franca exageración. Curiosamente, hace algo más de un año en la revista española de artes A lápiz se preguntaban porqué la sociedad de ese país aún no era capaz de ejercer una ironía artística con el regimen franquista y sus símbolos semejante a la que en otros países se hace con la simbología nazi, fascista y stalinista. Nosotros, más papistas que el Papa, nos escandalizamos y hacemos voto de censura por una simple y muy aburrida exposición. En fin, ¿cuál es nuestro miedo? En Alemania está prohibida cualquier insinuacion de simbología nacionalsocialista, algo de lo que Gunther Grass se mofaba señalando la hipocresía y la doble moral (la misma que se escandalizó cuando se supo que fue miembro de las juventudes hitlerianas; sociedad puritana de lo histórico, hipócrita)... Las semillas de los totalitarismos no se erradican prohibiendo la memoria histórica, sino evitando caer en soluciones semejantes... En México, por ejemplo, ¿cuántos fascistas de lo mexicano no existen? No utilizan simbología nazi -ni quieren hacerlo-, recurren a nuevos caudillos y a nuevos símbolos. No hace falta mencionarlos: tanto de derecha como de supuesta izquierda (socialismo y nacionalismo), tanto "amigos" de los indígenas como supuestos "salvadores" de los desamparados...
Ahora, sobre la exposición, si ésta es mala no es por una crítica moralina, sino porque... pues porque es mala. Es aburrida, lineal, propia de un supermercado... Peor todavía, es una exposición que, para funcionar, exige una explicación de lo que intenta decir... Una vez más: es el comentario y la interpretación de las intenciones del autor lo que cuenta, no la obra por sí misma... El imperio de lo racional y de la supuesta crítica sobre lo sensible, sobre el arte...
12 de febrero
Olivier: naZismo se escribe con Z.
ResponderEliminar¿por qué mezclas peras con manzanas? ¿es muy cómodo culpar al capitalismo de todos los males del mundo?
S. Chávez
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAbajo, un comentario al Sr. Krauze que puse en el blog de letras libres y no lo han publicado (censura?)
ResponderEliminarSr. Krauze: Su enumeracion de imagenes de la exposicionl las cuales usted subsume a la historia del Nazismo como: "Patronos del arte, jerarcas del dinero (algunos con nombre judío como Rotschild, Rothenberg, Blavatnik), economistas (Milton Friedman). Todos
comparten el espacio con Hitler. Recortes recientes de páginas sociales, rostros de la burguesía y fotografías de Carlos Salinas de Gortari, acompañado de empresarios muy conocidos." Parece que las imagenes ponen el dedo en la llaga -sobre todo en su sorpresa de que la pieza no aluda al "totalitarianismo de izquierda." Si usted se identifica con
la clase dirigente y con la derecha de tal forma que le escandalicen y que le cieguen a ver la complejidad de la obra y el resto del as imagenes (de indios norteamericanos, el artista difrazado de indio, las fotos de hombres gays ofreciendo su cuerpo a la camara y flirteando en internet, las referencias al arte contemporaneo y sus instituciones (el
cual es mas que redundante reducir a la pregunta basica de "Es arte?) No hacen mas de usted que un intelectual corrupto complice con el establishment atribuyendo un juicio moral a la obra de arte: "esconde el dolor." Desde cuando el mandato del arte es la tragedia
humana y no la critica del mundo en el que vivimos y de los que cocinan nuestro destino economico y politico disfrazado de moralina historica? Ya tiene Francia suficiente con sus reaccionarios Nouveaux Philosophes...