marzo 22, 2009

Jesús Cruzvillegas

UN NAVÍO CARGADO DE…

NAZIS, RATAS Y COSITAS COLOR PASTEL.

 

Cuando fui a la inauguración del Muac, visité todas las exposiciones excepto Cantos cívicos de Miguel Ventura; ya conocía un par de obras suyas y no me gustaron por una sencilla razón: me desagradan los tonos pastel, así que decidí no pasar a esa sala.

 

Días después me comentaron que en Cantos cívicos había muchas cosas, entre ellas fotos de nazis y de personas disfrazadas de nazis, incluido el propio Ventura. Me contaron también, que un conocido mío aparecía disfrazado en algunas fotos de la exposición. Entonces regresé con morbo para ver esas fotos.

 

En una segunda visita al Muac, vi las fotos de este amigo ataviado con disfraces chistosos, lo cual resulta simpático porque en el trato común es serio y retraído. Por lo demás, Cantos cívicos no me provocó ningún problema, en la entrada de la sala está escrito un mensaje ineludible: “...esta obra no es una apología del nazismo, sino por el contrario, es una crítica..”. El texto está escrito con letras grandes y pegado en el piso al principio del túnel, es muy difícil que no lo veas.

 

Mi opinión como espectador fue: “está fea”.  Claro que he visto cosas mucho más “feas”, pero de alguna manera me han provocado algo, ya sea reflexión, sorpresa, o simplemente “feas pero me gustan”. En ese momento no me pareció en lo más mínimo una obra polémica.

 

Ahora, me entero que se ha dicho mucho alrededor de esta obra, no sólo en México, sino desde antes, en España, donde se presentó una primera versión (donde, por cierto, también aparece mi conocido con un disfraz de tirolés “retro-futurista”).

 

Varias personas me han preguntado mi opinión sobre el debate alrededor de la obra (no de la obra en sí, puesto que ya la conocen). Considero que es fascinante que de una exposición poco interesante, devenga un debate rico e interesante.

 

No soy especialista en arte, ni me considero capaz de pontificar, pero sí puedo decir que me interesa la cultura. Como espectador, tengo algunas cosas que mencionar sobre el debate alrededor de Cantos cívicos:

 

Light y pasteurizado.

 

No hay nada más aséptico que un bioterio donde se crían ratas de laboratorio. Estas ratas nacen y crecen en un ambiente absolutamente limpio y sano para poder experimentar en ellas y requieren de sumo cuidado, tanto su alimentación y demás necesidades.

 

Hay un laboratorio con ratas en medio de la pieza de Cantos cívicos (lo que el artista denomina “el cerebro de la obra”) y lo único que me sorprendió fue ver también dentro de la vitrina a tres estudiantes o becarias de la UNAM que seguramente deben estar al pendiente de las ratas todos los días. Las vi platicar con desgano.

 

Haces años, hubo una exposición donde Philippe Hernández mandó cazar unas ratas de alcantarilla, las encerró en una vitrina similar, pero a diferencia de Cantos cívicos, no les dio de comer ni limpió sus heces.

 

Un video testifica cómo una a una fueron peleando, primero por  el dominio del lugar, y después por la supervivencia, hasta morir de inanición la última y más fuerte de todas.

 

No me quiero imaginar cómo olía la sala durante todo el tiempo que duró ese espectáculo cruel y repulsivo. Al final hubo quien mencionó a los Sobrevivientes de los Andes, y demás lugares comunes, como el de Ventura al decir, que la rata y el ser humano tienen mucho parecido.

 

En las ratas bonitas y limpias de Ventura no advertí ninguna alusión o crítica a los autoritarismos (que el artista busca relacionar con el neoliberalismo). 

 

Una alusión interesante puede ser por ejemplo, la serie de dibujos animados Pinky y Cerebro, donde dos ratas de laboratorio -una increíblemente inteligente y la otra increíblemente estúpida-  todos los días buscan conquistar el mundo.

 

Cerebro siempre está a punto de convertirse en dictador mundial, hasta que una burrada de Pinky lo echa todo a perder.

 

Cantos cívicos es light y pasteurizado, rosita e inocente como rata de laboratorio. Deja un sabor de boca, tan amargo como después de tomar un vaso de Lala de fresa. Ayer fui a cenar tacos, y estaba una ratota paseándose entre los refrescos a espaldas del taquero, eso sí me paró los pelos de punta.


“Cuando escucho la palabra cultura, me dan ganas de sacar mi revolver…”


La referencia al nazismo es muy recurrente, por ejemplo, hace algunos años el artista mexicano Yoshua Okon, realizó unos videos donde salen señores disfrazados de nazis, marchando, haciendo el saludo y otras acciones nazis (Bocanegra series)[1]. Cuando presentó el video ¿hubo quien afirmara que es filonazi? ¿Que estaba confundiendo al público que asistía a esa galería? ¿Que estaba haciendo una apología del nazismo? No encuentro a esos videos polémicos o provocadores, pero en general la obra de Okon me resulta interesante.

Lo mismo puede preguntarse sobre el extraordinario pintor filipino Manuel Ocampo, que representa la suástica en algunas de sus obras.

El caso desafortunado de Cantos cívicos es que al buscar evidenciar, criticar o ironizar el autoritarismo, se le acuse de ensalzarlo y promoverlo. Resultó contraproducente que algunos que observaron su obra, encontraran una visión filonazi.


En una nota del Reforma[2], el autor se explica –los subrayados son míos-:

 

"(la obra) es un lugar sumamente atractivo visualmente e incluso seductor. Es una forma de parodiar la manipulación de la publicidad o la propaganda en las prácticas capitalistas de nuestro tiempo.

 

".. La idea es que el espectador entre, precisamente, como una rata dentro de un laberinto y busque las claves de la exposición. Cada uno tendrá un nivel de lectura distinto"

 

“.. en este universo comandado por ratas -ubicado en 1929, año en el que se funda el Museo de Arte Moderno en Nueva York, antecede el ascenso de Hitler al poder y la Guerra Civil Española-, se incluyeron centenares de imágenes deconstruidas, pensando en la proliferación de logotipos que pululan en el mundo, a fin de que la relación entre unos y otros permita al público sacar sus propias conclusiones.”

 

"Concibo esta pieza como la íntima guarida de personajes que han degenerado en ratas. Aunque el fascismo tal y como se conocía terminó con Hitler, creo que muchas de las premisas de las estrategias neoliberales de nuestro tiempo, son similares"

 

“El abarrotamiento de elementos hace también referencia al papel que han desempeñado las instituciones museísticas de arte contemporáneo, a quienes exhibe como coleccionistas de cosas muertas

 

“ (la) propuesta revisionista hace un "comentario" sobre las prácticas dentro del mundo del arte, por ejemplo, su estética barroca apunta contra el minimalismo, actitud estética o cliché de estos tiempos.

 

"Hablo, así mismo, de ese sistema del arte que siempre ha estado coludido con la guerra, es decir, del arte que sirve al poder"

 

"Es importante, como artista, incluirme, porque estoy criticando un sistema al que yo pertenezco"

 

“Cantos Cívicos es una obra realizada en colaboración con el NILC (New Interterritorial Language Committee), institución ficticia inventada también por Ventura que, a manera del African Interterritorial Language Committee, que en los años 30 buscaba la estandarización de las lenguas africanas, propone la creación de un Nuevo Lenguaje Universal. Esta organización fascista representa el desprecio hacia los oprimidos y el sojuzgamiento de la cultura”

 

“Las ratas, como animales que han sido compañeras fieles de la humanidad, desde los primeros viajes trasatlánticos, son una analogía de los movimientos migratorios”

"Compartimos con ellas el 97 por ciento de nuestro ADN y nuestro comportamiento social es semejante: Hay dominantes y débiles, algunos que comen más y otros menos, en fin, tenemos mucho en común".

 

¿Qué fue lo que sucedió entre lo que el artista intentaba decir y lo que fue leído o percibido de manera radicalmente distinta por algunos espectadores?

 

Si la obra es fallida con su propósito de crítica, es problema del público  sacar sus propias conclusiones –como lo dice el propio Ventura-.

 

Insisto, no me gusta la obra de Ventura, pero considero que debe tener la absoluta libertad de expresar lo que se le dé en gana. Si se trata de un discurso provocador o no, que si debe educar o no, que si debe ser políticamente correcto o no, eso es una discusión aparte.

 

Sinceramente agradezco que Ventura no sea víctima de censura, y que pueda exponer sus obras color pastel con libertad. Agradezco también que haya canales de debate y reflexión sin ninguna limitante.

 

Casi todos los días Paco Calderón, el caricaturista del periódico Reforma, compara a López Obrador con Hitler o el nazismo, lo dibuja como un patito ataviado de uniforme militar. Yo no estoy de acuerdo con esa comparación desproporcionada e injusta, pero considero a las caricaturas de Calderón como logros de la libertad de expresión.

 

Caricaturiza a Carstens como un cerdo, a Marcos como un pájaro nalgón, a Bartlet como dinosaurio, etc. Si se le impidiera dibujar como le venga en gana, entonces apelaríamos al nazismo y haríamos honores al autoritarismo.

 

Debo aclarar que hay límites si se trata de un caso grave, como por ejemplo, negar el holocausto; yo  invitaría a que propongamos una legislación basada en leyes europeas, que castigan con prisión a quien escriba, promueva y difunda la negación del holocausto (como pasa con algunos jerarcas católicos ultraconservadores y otros).

 

Yo no veo peligro en las manifestaciones artísticas, no veo peligro alguno en Cantos cívicos, aunque haya fallado en su propósito (en dado caso que el arte tenga un “propósito”).

 

Veo un peligro grave en que a raíz de la obra de Ventura, surjan opiniones intolerantes,  como “el arte contemporáneo no sirve para nada”, “cómo es posible que el gobierno gaste en esta basura”, “la obra de Ventura es un cúmulo de estupideces”, etc. Cuando escucho este tipo de opiniones, me remite a la visión del arte “degenerado” o a la cita atribuida a Goebbels: “cuando escucho la palabra cultura..”

 

¿Nazis en CU?

 

Yo siempre estudié en escuelas públicas, y fui a la prepa 6 y a Ciencias Políticas. Hace 10 años, los ultras (defensores de la educación pública) nos sacaron a patadas del campus, evocando a los camisas pardas. En su largo campamento de casi 2 años, realizaron unos murales maravillosos, que bien podrían decorar las calles de Pyong yang, con una estética muy del régimen socialista: mujeres fornidas cultivando maíz, estudiantes con libros y fusiles, y Argel Pineda se autorretrató como partisano liberando Ciudad universitaria.

 

Por otro lado, conocí que mi universidad no tiene vocación democrática, y es gobernada por  una junta que decide quién es quién en las direcciones y coordinaciones, como un consejo supremo o politburó. A lo que voy es que la UNAM da muchas cosas buenas al país, pero no hay que idealizarla, también hay antidemocracia e intolerancia en su interior

 

Y bueno, qué podemos decir de la fauna universitaria, están presentes todos los bandos.  Agradezco que todavía la UNAM sea espacio de encuentro, diferencias y de libertad. Por eso me congratulo que sea en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo donde se exhibe Cantos cívicos. La Universidad más importante del país debe estar lista para el debate y las expresiones, por más polémicas y provocativas (que no es el caso de la exposición aquí mencionada). Ahí coincido con Jesús Silva-Herzog Márquez:

 

Se ha criticado también la ubicación de esta pieza en un museo de la Universidad Nacional. ¡Indigna para una casa de cultura, contradictoria a los propósitos morales de una universidad! Este reproche es el más grave: ¿la política (aunque sea la que nos parece benigna y sensible) ha de decidir qué se exhibe en su museo? ¿La interpretación correcta de la historia, cualquiera que sea, debe ejercer de curadora del arte? Esa es la sorpresa: los liberales en política no lo son tanto en materia de arte. Resultan, más bien, neolombardistas. Que la universidad ya no enseñe para la duda, clamaba don Vicente, que enseñe en la afirmación. Y que sus museos no acojan la provocación sino el deleite.[3]

 

Yo tomé clases con un profesor que sirvió como espía para la Unión Soviética, y con otro que fue fundamental en el fraude electoral de 1988. Ambos son excelentes profesores, y nadie los ha encarado con el tema de los gulag o Salinas.

 

Si alguna vez hubo una especie de ajusticiamiento, fue en 2001 cuando los ultras amarraron y desnudaron públicamente a profesores y empleados de la dirección en la explanada de la escuela (sólo faltaron los letreros colgando del cuello y gorros picudos, como vestían a los acusados en la revolución cultural china).

 

En la UNAM hay muchos seguidores del régimen castrista, o de Chávez, incluso hay seguidores de las FARC. En mi caso, me sitúo distante de esas iniciativas, y considero que estos seguidores promueven autoritarismos, en mayor o menor grado.

 

Pero puedo sentirme orgulloso que en mi universidad y en mi país, todavía podamos tener exposiciones como Cantos cívicos. Aún y aunque me parece inocente y simplona, creo que la pieza de Ventura difícilmente podría exhibirse en algunas ciudades del mundo (¿habrá intentado en la Habana?).

 


[1] http://www.yoshuaokon.com/works/bocanegra/video/

[2] Dora Luz Haw, Llega a MUAC arte con ratas, en Reforma, 12 de diciembre de 2008. 

[3] Jesús Silva-Herzog Márquez, columna Andar y ver, Reforma, 25 de febrero de 2009.



Bocanegra: A Walk In the Park
Bocanegra: The Salute
Una obra de Ocampo.





























 

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