marzo 13, 2009

EL UNIVERSAL. Judit Bokser-Liwerant

Yo disiento de Cantos Cívicos
En respuesta a expresiones de profundo malestar por “Cantos Cívicos” que se expone en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM, su directora Graciela de la Torre afirmó: “Asumo toda la responsabilidad” de la exhibición
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EL UNIVERSAL 
JUEVES 12 DE MARZO DE 2009 
En respuesta a expresiones de profundo malestar por “Cantos Cívicos” que se expone en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM, su directora Graciela de la Torre afirmó: “Asumo toda la responsabilidad” de la exhibición. Y cuestionó las críticas porque consideró que parten de una errónea interpretación.
Yo asumo hoy también toda la responsabilidad de disentir y hacer público mi llamado a deslindarnos de esta obra y de la confusión que su exhibición genera.
 
Son muchos los motivos que me conducen a (des)calificar “Cantos Cívicos” como una obra de arte carente de afinidad con los más serios propósitos del arte y su conversión última en espacio para vehicular prejuicios históricos discriminatorios. En ella converge la irresponsable renuncia a abordar con claridad y rigor el difícil siglo XX con la recuperación de condenables ecuaciones antisemitas.
 
En lo que al primer aspecto se refiere, todo queda confundido en esta obra de Miguel Ventura o NILC y, consecuentemente, todo queda exculpado. La Alemania nazi es presentada en clave de equivalencia con otras realidades contemporáneas. Todo es lo mismo: el totalitarismo y el liberalismo; el imperialismo y el fascismo; el soldado nazi y el norteamericano; el himno nazi y una canción de cuna; la lógica del exterminio y la del mercado. Pero no todo está incorporado.
 
 
Con esta obra, contribuimos a confundir a nuestros estudiantes y al público.
 
En un acto de deconstrucción que pretende ser vanguardista, la obra teje a través de sus imágenes y símbolos un estrecho nexo de significación con recurrentes prejuicios antisemitas. Las paredes de este laberinto están tapizadas de swásticas acompañadas del signo del dólar por lo que, junto a una sorprendente actitud de negación del Holocausto, emerge la recurrente sinonimia prejuiciosa del judío y el dinero. ¿Dónde ha quedado la razón? En nuestros tiempos sabemos de los riesgos implícitos en la negación del Holocausto y también en su redefinición por medio de una nueva semántica política que nutre una narrativa que tampoco sabe deslindar entre actos de violencia y genocidios.
 
Paralelamente, la humanización de los perpetradores del Holocausto a través de sus imágenes sonrientes convive con la recuperación simbólica de la deshumanización del judío que el nazismo operó. No cualquier imagen lo representa, sino aquélla que, desde la entrada, está plasmada en el artículo “México invadido por un ejército de millones de ratas”, publicado el 27 de abril de 1940 en “El Timón”, revista pro-nazi fundada y dirigida por José Vasconcelos. Ese artículo, escrito por Enrique Monasterio, alude a los refugiados judíos que pretendían entrar a México como ratas que amenazaban la integridad nacional. Las asociaciones asumen un lugar pensado y perverso. Otros artículos de ese mismo tenor de la pluma del contradictorio Vasconcelos tapizan la entrada que conduce a la obra.
 
No tengo duda alguna que esta obra nos ofende. No es sólo un problema de grupos que se sienten aludidos. Es nuestro compromiso con el conocimiento el que nos ha permitido olvidar muchas veces y resignificar, otras, que el Vasconcelos de nuestro lema universitario es el del espíritu que supera al componente racial; el espíritu que combate los prejuicios, a pesar de aquel otro Vasconcelos que este montaje asume y para quien, en la Hispanoamérica en la que ubicaba a la raza cósmica y mestiza, portadora de la redención nacional y universal, no tenía lugar el judío ni tampoco el indígena. ¿Es esta concatenación de imágenes, símbolos y conceptos una parodia del dramático siglo XX? La obra promueve el prejuicio. Estamos a tiempo para rectificar, acaso acortando los tiempos de su exhibición, medida que bien puede enviar un mensaje de sensibilidad.
 
Judit Bokser-Liwerant
Profesora titular de la FCPYS y coordinadora del Programa Universitario de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hmm, es interesante esta lectura. Judit interpretó el signo $ con la relación Judio-Banquero; un estereotipo que fue el blanco del racismo en la Alemania Nazi.

    Hace tiempo me enteré de una situación particular: Una persona colecciona vajillas nazis; un día un invitado descubre su colección y se molesta de sobre manera. ¿Podemos asumir que los principios que llevaron a esa persona a adquirir su colección son los mismos principios que tuviera un Nazi? O acaso, casi 70 años de diferencia, en un país diferente, ¿Generan otro tipo de discurso sobre esos objetos? (lo más probable es que sean diferentes connotaciones; aunque continúe por una vertiente similar)

    Esta exposición se lleva a cabo en México en el 2009. En este sentido, me parecería más claro relacionar el signo $ con el capitalismo. Fotografías de soldados norteamericanos apuntan al país capitalista por excelencia. Letreros dentro del cuarto con laberinto de las ratas que dicen Sell me o Buy me, me indican más al mercado.

    Fuera de mi argumento de que esta reseña pudiera ser anacrónica. Me pareció brillante la forma como Ventura plasmó el discurso de instrumentalización y como relacionó metafóricamente esta instrumentalización con el entrenamiento de las ratas.

    Felicidades!

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