enero 19, 2009

Cuauhtémoc Medina

Miguel Ventura ha erigido un circo pesadillesco en forma de una especie de dirigible/rata que alberga un mar de alusiones a la intersección de capitalismo, arte global, y la memoria reprimida del fascismo. La palabra que mejor describe el conjunto es pandemonio: la acumulación inabarcable de toda clase de demonios históricos y culturales. Dentro de la instalación, que opera como una especie de museo en torno a una cámara donde expondrá una comunidad de ratas de laboratorio, Ventura ha armado un abismo de monstruosidades azucaradas , incluyendo una extraordinaria colección de fotos y pinturas nazis, logos de museos de arte internacional, animales y roedores disecados, imágenes de excremento y pornografía, y una compilación de citas de Timón, el periódico pro-hitleriano que dirigía José Vasconcelos, todo ello empaquetado en la estética de programa de television infantil que ha caracterizado las acciones y documentación de Ventura.

Es obvio que el aquelarre es una alegoría chocante sobre el tejido de relaciones que produce el prestigio artístico, que incluye alusiones estéticas a varios artistas, como la serie de Árboles Samurai de Orozco. Por supuesto, si alguien quiere encontrar aquí un mensaje claro será mejor que se vuelva a la iglesia: lo que Cantos cívicos testimonia es una furia cuyo mayor mérito estriba en presentar una bomba iconográfica, chocante, oscura, caprichosa. Cierto es que Ventura nos embarra todo lo que preferiríamos no ver. Pero la realidad es mucho menos nítida.”

Cuauhtémoc Medina, EL OJO BREVE, “MuAC: bomba iconográfica”, 26 Nov. 08


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