mayo 09, 2009

Rogelio Villareal



Vasconcelos




En los textos que José Vasconcelos (1882-1959) escribió para la revista
Timón —de los cuales varios pueden leerse en la exposición Cantos cívicos, de Miguel Ventura, en el Museo Universitario de Arte y Ciencia— campea el espíritu abiertamente nazi de un intelectual al que se ha glorificado en demasía. Un pensador que se tragó completos los mitos de la Atlántida y de la conspiración mundial de los “judeomasones”, y al que su visceral anticomunismo llevó a prologar el célebre libelo Derrota mundial, de Salvador Borrego, y a cantar la excelencia de Los [apócrifos]protocolos de los sabios de Sión. Vasconcelos, cuyo nombre adorna la biblioteca pública más grande y desairada del país, es también autor del desfasado lema de la Universidad Nacional Autónoma de México: “Por mi raza hablará el espíritu”, el cual compuso al ser nombrado rector de esa casa de estudios en 1920.
Dirigida por Vasconcelos, el “Maestro de la juventud latinoamericana”, de Timón se publicaron en 1940 diecisiete números financiados por el agregado de prensa de la embajada alemana en México, Arthur Dietrich, para divulgar la ideología nacionalsocialista. En sus páginas colaboraron conocidos periodistas de derecha, como Francisco Struck —que escribió en el no. 16 párrafos como éste: “Hitler es la escoba de Dios que está barriendo de la superficie de la Tierra todo lo malo que se había acumulado durante siglos”—, pero también artistas e intelectuales prestigiados como el Dr. Atl y Andrés Henestrosa.
En “formato tabloide, portada a colores, 48 páginas impresas en offset que utilizaban al menos tres familias tipográficas diferentes y ocho planas enteras de publicidad”, cuenta Héctor Orestes Aguilar en “Ese olvidado nazi mexicano de nombre José Vasconcelos” 
(Istor, no. 30, otoño de 2007), entre artículos de cine hollywoodense y alemán, filatelia, ópera, ciencia y tecnología alemana, fragmentos de novelas clásicas, arte, salud, deportes, consejos familiares y cartones sobre la guerra, en el semanario Timón se publicaban diatribas contra las potencias aliadas y el poderío mundial del dinero judío, así como propaganda nazi salida directamente de la oficina de Goebbels: el avance de Alemania en todos los frentes y la inminente victoria del III Reich. “Tres días después de la entrada de la Wehrmacht en París, el 15 de junio de 1940”, escribe Orestes, “Timón fue confiscada para siempre por la Secretaría de Gobernación”.
El crítico literario Itzhak Bar-Lewaw cree que Vasconcelos estaba seguro del triunfo nazi y que por ello México y América Latina debían estar preparados para secundar con regímenes nacionalistas el nuevo orden mundial, construido sobre las ruinas de las “falsas democracias occidentales” [“La revista 
Timón y la colaboración nazi de José Vasconcelos”, Actas del IV Congreso Internacional de Hispanistas, vol. 1, 1982]. Vasconcelos aspiraba de nuevo a la presidencia, pues, distanciado del régimen, ya había intentado llegar a ella en 1929 como candidato del Partido Nacional Antirreeleccionista, pero fue derrotado por Pascual Ortiz Rubio, del oficialista Partido Nacional Revolucionario. Vasconcelos denunció un fraude electoral y proclamó el Plan de Guaymas, llamando sin éxito a un levantamiento armado. Fue encarcelado y se proclamó “única autoridad legítima”. Años más tarde serviría al III Reich, el cual, afirmaba Hitler, duraría un milenio, pero fue aplastado tras doce intensos años de odio y violencia. Al parecer, Vasconcelos nunca volvió a hablar de eso.

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